Instituto Nuestra Señora de Las Nieves
Profesora: María Luisa Frey
Alumno: Juan Pablo Dacca
La España Primitiva
La Península Ibérica, antes de la conquista romana, estaba poblada por pueblos autóctonos cuya lengua, cuando llegaron los conquistadores, ya había sido influenciada por los fenicios, cartagineses y griegos:
-Los pueblos con un idioma común que sobrevive en el vasco actual se hallaban establecidos a ambos lados del Pirineo.
-Por la costa de Levante y regiones vecinas se extendía la cultura de los íberos, de origen norteafricano.
-La actual baja Andalucía y el sur de Portugal fueron asiento de la civilización de los tartesios.
-Los fenicios y griegos se disputaron el predominio en la región tartesia.
-La pugna, que acabó con la desaparición de las factorías griegas, barridas por los cartagineses, herederos de los fenicios, debió de acarrear la ruina de Tartesios.
-Los fenicios fundaron Cádiz y Málaga.
-Más tarde, los cartagineses fundaron la nueva Cartago (Cartagena), capital de sus dominios en España.
-Los griegos, desterrados del sur, prosiguieron en Levante, fundando algunas colonias: Lucentum (Alicante), Emporion (Ampurias). Posterior fue otra invasión de procedencia continental, la de los celtas. Oriundos del Sur de Alemania, se habían adueñado de las Galias y hacia el siglo VII a.C. penetran en la Península, ocupando la parte del noroeste. Se dividieron en cinco ramas: los lusitanos y gallegos, situados en el oeste -en el sur y norte respectivamente, y los ligures, astures y cántabros, que se instalaron sobre las costas del mar Cantábrico. Mezclados con los iberos, constituyeron el grupo denominado Celtíbero.
-En el siglo IV a.C. la zona central de España estaba ocupada por este nuevo pueblo, mientras que en el norte y en el sur seguían dominando los celtas e íberos, respectivamente.
Los diversos pueblos que habitaron el territorio de la España primitiva nunca llegaron a constituir un estado. Permanecieron divididos entre ellos, con costumbres e instituciones diferentes.
La cultura de esta época estuvo notablemente influenciada por los colonizadores fenicios, griegos y cartagineses. Por tanto, los habitantes de la región del sudeste tienen rasgos culturales muy diferentes a los que poseen los habitantes del interior.
Los fenicios estimularon la industria y el comercio. Los griegos gravitaron enormemente en el aspecto cultural y artístico. Y a su vez, el arte ibérico alcanzó un brillantísimo florecimiento en contacto con las civilizaciones oriental y griega: dándole un nuevo sentido y caracteres propios.
La Conquista Romana de España
Se considera que con la ocupación romana empieza propiamente la historia de España. Cuando los romanos terminaron la unificación de Italia, iniciaron una campaña de expansión marítima, que origina la rivalidad con Cartago ambición de los romanos sobre Sicilia, que contaba con diversas factorías cartaginenses. Esto dio lugar a una gran lucha conocida con el nombre de Guerras Púnicas1
Hubo tres Guerras Púnicas, en las que Roma resultó vencedora y al término de ellas, Cartago fue destruida definitivamente.
Al concluir la segunda guerra, los romanos consideraban a España dividida en la España Citerior, que comprendía toda la zona mediterránea hasta el Ebro, y la España Ulterior, que abarcaba todo el resto de la Península. La conquista de esta última región obligó a los romanos a emprender una larga y difícil campaña, pues las tribus que habitaban el centro y norte de España defendieron heroicamente su independencia. Luego de doscientos años de lucha continua, los romanos consolidaron su hegemonía sobre la Península. Recién en el año 19 a.C. España quedó definitivamente pacificada.
En esta lenta conquista fueron los romanos ocupando, paulatinamente, diversas ciudades.
La primitiva Roma se había engrandecido gracias a virtudes supremas: ruda en un principio, como pueblo de agricultores y soldados, poseía un sentido de energía viril, de dominio, que le abrió el camino para cumplir su excelsa misión histórica. La cultura romana traía el concepto de la ley y la ciudadanía. El sentido práctico de los romanos los hizo maestros en la administración, el derecho y las obras públicas. Además, Roma sentó la base de las legislaciones occidentales.
España, tan difícil de conquistar, fue, sin embargo, la tierra que más pronto se latinizó. Al ser incorporada al vasto imperio se unifica y queda inscripta en la civilización mediterránea. Rápidamente adoptan las costumbres, la lengua, se propagan sus instituciones, y se produce la unificación política y jurídica en torno al Derecho Romano , promoviendo toda clase de adelantos materiales: caminos, obras públicas, escuelas de ciencias, de artes, y la difusión de la fe cristiana a pesar de las persecuciones. La ocupación romana desprendió a la Península de África hacia Europa, hizo de un pueblo semibárbaro, casi nómade, una nación en el sentido europea de la palabra.
Con la civilización romana se impuso la lengua latina, importada por legionarios, colonos y administrativos. Para su difusión no hicieron falta coacciones; bastó el peso de las circunstancias: carácter de idioma oficial, acción de la escuela, superioridad cultural y conveniencia de emplear un instrumento expresivo común a todo el Imperio. La desaparición de las primitivas lenguas peninsulares no fue repentina, hubo un periodo de bilingüismo. Los hispanos empezarían a servirse del latín en sus relaciones con los romanos: poco a poco, las hablas indígenas se irían refugiando en la conversación familiar, y al fin llegó la latinización completa.
La lengua latina presentaba dos variedades fundamentales: el serma urbanus y el serma vulgaris, que podríamos traducir como lengua literaria y lengua coloquial. La lengua hablada cotidianamente por el pueblo era el latín coloquial, generalmente conocido como latín vulgar, y del cual derivarán luego, las lenguas romances.
Decadencia del Imperio Romano - Los Pueblos Germánicos
Con Trajano, en el año 107 d.C. el Imperio Romano llega prácticamente a su máxima extensión territorial. En los dos siglos sucesivos todas las provincias se romanizan profundamente. Pero al mismo tiempo, empieza un movimiento de descentralización política y económica. El primer síntoma de esta es la decadencia del prestigio de Italia y de Roma en el Imperio. Todos los pueblos itálicos adquieren la ciudadanía romana, los ciudadanos colonizan provincias y se radican en ellas como funcionarios, militares, comerciantes, terratenientes, relacionándose y mezclándose con las poblaciones locales.
Al mismo tiempo el Imperio necesita un número cada vez mayor de soldados y hasta los extranjeros comienzan a integrar las filas de las legiones y adquieren ciudadanía romana.
Por otro lado, las provincias, adquieren gradualmente mayor importancia económica, por ser más ricas que Italia. De esta manera, las prerrogativas y el prestigio de Roma disminuyen cada vez más. Aun siendo capital del Imperio, Roma no es más el lugar de residencia de los emperadores. Finalmente, en el año 212 d.C. el emperador Caracalla otorga la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio.
Con el edicto de Caracalla, se consagra la descentralización. Poco tiempo después intervienen otros factores que aumentan esta situación: en el año 257 d.C. los godos ocupan Dacia. Luego, mientras los germanos presionan las fronteras, los mismos jefes del Imperio se dan cuenta de que una administración única resulta inapropiada para el país tan extenso. Por eso Diocleciano se asocia a Maximiano.
Constantino rehace provisionalmente la unidad del imperio, restaura la autocracia imperial; y a la vez da impulso al nuevo movimiento de división al elevar a Bizancio a metrópolis del Oriente. Finalmente, la oposición entre Oriente griego y el Occidente, se consagra políticamente con el emperador Teodosio, quien divide el Imperio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, dando al primero Oriente, con la capital en Bizancio (Constantinopla), y al segundo Occidente, con la capital en Rávena. De este modo el Oriente, sustraído a la influencia de las regiones romanizadas, queda griego.
Mientras tanto el Occidente es sometido a golpes cada vez más fuertes por parte de los bárbaros perdiendo cada año nuevos territorios ante los germanos, hasta que en el año 476 los últimos restos libres caen en el poder de una población germana.
En efecto, en los primeros siglos después de Cristo, se asiste a profundos cambios de la mentalidad latina. El Imperio se orientaliza y se germaniza: la severidad y sobriedad romanas ceden paso al relajamiento de las costumbres y a los ideales mezquinos.
La penetración germánica en la Romania occidental tuvo aspectos pacíficos y graduales antes de tomar el aspecto de rápida conquista militar Los germanos entraron como soldados en las legiones, y su número aumento tanto que había legiones enteramente constituida por "bárbaros" Luego penetraron como colonos, buscando trabajo, paz y seguridad al amparo de las fronteras romanas. Finalmente, cuando las varias poblaciones germanas empezaron el ataque directo contra el imperio Romano, este se encontraba ya en un estado de relativa germanización.
Formación de las Lenguas Romances
Mientras el Imperio Romano se mantuvo intacto y poderoso, a su unidad política correspondió la unidad lingüística; el latín vulgar era la única lengua que imperaba. Pero con la invasión bárbara se rompe la unidad política. La barbarie y la incultura se enseñorean en las tierras conquistadas. Los caminos construidos por los romanos son abandonados y las provincias pierden el contacto entre sí. A eso se suman las diferencias entre los hombres que se derraman por el Imperio.
- los Ostrogodos se hicieron dueños de Italia al mando de Teodorico.
- los Francos se establecieron en la antigua Galia con Merovco.
- los Angles y sajones ocuparon las islas de Gran Bretaña
- los Visigodos en la Península Ibérica, donde lograron someter a los Suevos, Silingos. Alanos y Vándalos que se habían establecido con anterioridad.
- los Vándalos y Silingos mantuvieron su reinado en el norte de África.
Como la cultura de los conquistadores es inferior a la de los conquistados y sus lenguas son diversas, no logran imponer un idioma. No hay, pues, unidad lingüística, porque los nativos siguen hablando el latín vulgar en gran parte de Imperio. Al interrumpirse las comunicaciones, las diferencias van haciéndose cada vez mayores. Cada vez difiere más el latín vulgar hablado en la antigua Galia del que se habla en la Península Ibérica o en Italia. Y llega un momento en que, de una sola lengua madre han nacido las lenguas romances. Estas son:
- el rumano: hablado en la antigua Dacia (Rumania)
-el dalmático: lengua muerta hablada antiguamente en las costas de Dalmacia. -el retoromano: hablado en la antigua Retia (parte de Suiza y de Italia).
- el italiano: hablado en Italia.
- el sardo: hablado en Cerdeña.
-el francés y el provenzal: hablado en la antigua Galia.
- el portugués, el catalán y el castellano: hablado en la antigua Hispania.
Los Visigodos en España
Con todas las invasiones a España, quedó en su mayor parte en poder de los bárbaros. Sin embargo, los hispanorromanos que habitaban la península lograron conservar algunas fortalezas hasta la llegada de los visigodos al mando de Ataulfo y se establecieron en Barcelona. Posteriormente fueron desplazando a los anteriores pueblos germánicos. Ataulfo, luego, fue sucedido por Walia. Los francos conquistaron la región sur de la Galia y expulsaron de allí a los visigodos. Estos debieron internarse aún más en España, y la corte se estableció en Toledo, que fue su capital.
Cuando los visigodios penetraron en España se hallaban notablemente romanizados. Además, eran ya cristianos, pero a fines del siglo IV abrazaron el arrianismo. Los hispanorromanos, en cambio, continuaron siendo católicos. Esta diferencia religiosa dificultó la fusión de ambos pueblos.
Leovigildo, quien reinó entre 582 y 586, logró someter a los suevos, y a fin de consolidar la unidad política de España, procuró imponer el arrianisino. Cuando su hijo Recaredo ocupó el trono de España, cambió la política de su padre. En vez de perseguir a los católicos, trató de congraciarse con ellos. Finalmente, se convirtió públicamente al catolicismo, actitud que imitaron los miembros de la corte y gran número de arrianos. La conversión de Recaredo aceleró la fusión entre hispanorromanos y visigodos.
Los reinos bárbaros tuvieron en su comienzo escasa base política, de forma que luchaban y se deshacían entre ellos mismos, hasta llegar a desaparecer. Los caudillos militares eran elegidos entre los hombres de mayor combatividad; así, el valor en la guerra constituía la base de la jerarquía. El poder residía en manos de los mejores guerreros.
España fue conquistada pero no germanizada. La monarquía de los visigodos, que habitaron la península desde el siglo V al VIII, dejó influencia superficial debido a la completa y profunda romanización de España. Lingüísticamente, la influencia visigoda no fue notable, las palabras germanas se adaptaron a la fonética hispánica y luego evolucionaron como todas las palabras del latín vulgar.
Amenazada por la expansión islámica, la Europa occidental a principios del siglo VIII, era una comarca salvaje donde, aparte de algunos refugios aislados, acababan de corromperse los últimos vestigios de la cultura antigua, y donde la religión cristiana estaba deformada por la superstición.
La instrucción se impartía en monasterios y catedrales, y allí asistían los que se preparaban para el estado eclesiástico y los seglares. El carácter electivo de la monarquía visigoda originó grandes luchas entre el gobierno y los nobles que aspiraban al trono.
El último monarca visigodo fue Rodrigo. Durante su reinado se acentuaron de tal modo las discordias internas, que algunos nobles no vacilaron en solicitar el auxilio de los árabes para derrocarlo.
La Influencia Islámica
Los árabes efectuaron repetidos e infructuosos intentos para invadir la península. El rey Witiza había sido destituido del trono de Toledo en el año 709, y asesinado por Rodrigo. Los hijos del monarca desplazados no vacilaron en pedir auxilio a los árabes para reconquistar el trono.
La tradición habla del conde Julián, gobernador de Septum (Ceuta), quien facilitó el paso por el estrecho de Gibraltar a los invasores. Se cuenta que Julián mandó a una de sus hijas, Florinda, a educarse a la capital; Rodrigo se enamoró de ella y la sedujo. La venganza de esta afrenta motivó la invasión. Julián se sublevó contra Rodrigo y a fin de derrocarlo pidió ayuda a Muza, jefe árabe del norte de África. Los musulmanes aprovecharon la oportunidad a las órdenes de Tarik y atravesaron el estrecho.
Rodrigo fue derrotado y muerto en la batalla junto al río Guadalete. Sucesivos contingentes musulmanes penetraron en la península, que no tardó en ser dominada, obligando a los cristianos a refugiarse en la región montañosa de Asturias.
El imperio visigótico hubiera caído de cualquier modo, ya que las condiciones de sociedad preveían su destrucción. Ellos esperaban mejor suerte bajo el dominio de una raza afín, y la protección de una religión tolerante. Tarik vencedor avanzó sobre Toledo. La capital se rindió incondicionalmente.
La población: los invasores se mostraron tolerantes con los hispanorromanos y visigodos que habitaban la península, razón por la cual gran parte de la población regresó a las tierras ocupadas y convivió con los conquistadores. No obstante, la llegada árabe divide el mundo cultural en dos, dejando en el sur el mundo islámico y en el norte el mundo cristiano. Pero sobre la línea fronteriza se asientan los llamados hombres libres, quienes van tomando tierras y repoblando zonas.
Los que deseaban seguir profesando el cristianismo en tierras árabes, podían hacerlo, pero debían pagar un tributo a los musulmanes. A este tipo de pobladores se los llamó mozárabes. Otros en cambio, prefirieron convertirse a fin de conservar su fortuna y recibieron el nombre de renegados. Cuando los cristianos comenzaron a recuperar territorios, muchos musulmanes quedaron sometidos, pero continuaron con su religión y leyes especiales, y a éstos se les llamó mudéjares. Los musulmanes ofrecían la libertad a los esclavos cristianos que abrazaban el Islam; los que así lo hacían se llamaban maulas. Los hijos de cristianos y musulmanes se denominaban muladies.
La mayor parte de los musulmanes que invadieron España, eran moros (berberiscos), habitantes del Mogreb, que se habían convertido a la religión Mahoma. Los árabes de raza constituían la minoría.
Existía un canon, sumamente riguroso sobre el tratamiento que los musulmanes debían aplicar a judíos y cristianos. Nunca fue seguido estrictamente, ya que fueron muy tolerantes. Sus relaciones eran tan benignas que llegaron a compartir el uso de la misma iglesia, cuya mitad oriental se reservaba para los musulmanes, y la occidental para los cristianos.
En Córdoba se adoraba bajo el mismo techo a Jehová, a Mahoma y a Cristo. Si bien los musulmanes no llegaron a imponer su lengua, lograron vitalizar considerablemente el español naciente con un léxico amplísimo, que alcanza hoy el veinte por ciento de los vocablos castellanos: más de cuatro mil palabras que aluden a todas las formas de las culturas que ellos impusieron: la arquitectura, las instituciones, la guerra, la industria, el comercio, las ciencias, las artes, la agricultura, la economía. Gran cantidad de palabras castellanas que comienzan con "a" o con "al" son de origen árabe (acequia, arancel, azucena, aljibe, albañil, alcoba, alférez).
Los árabes cran los maestros, los médicos y los augures de los príncipes cristianos, en tanto que los judíos eran sus banqueros. Tenían una imaginación poética que dio a las ciencias griegas una nueva forma, nuevos nombres. Las sutilezas misteriosas y cabalísticas envolvían todo el antiguo saber en una red de fórmulas escolásticas y de supersticiones. La astronomía degeneró en astrología; el sabio pasó a ser mago y la química, alucinada con la búsqueda de la piedra filosofal, fue la alquimia.
Los árabes sobresalieron en la arquitectura. En España dejaron visibles huellas de este arte: la mezquita de Córdoba, el alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada.
Cultivaron todos los géneros de la literatura. Su imaginación brillante y apasionada favoreció la literatura narrativa. Aficionados a los relatos fantásticos coleccionaron fábulas y cuentos, muchos de los cuales procedían de la India.
La Reconquista de España
La resistencia cristiana contra el poder musulmán se inicia en el norte. Pelayo vence a los moros en la batalla de Covadonga, y funda el reino de Asturias, que, engrandecido por nuevas conquistas se convierte en el de León. El nombre de Castilla aparece por primera vez en el siglo VIII, designando a una pequeña unidad administrativa del reino de León. Fernando I transforma el condado en reino (1035). León entró en decadencia, y en 1230 quedó definitivamente bajo el dominio de Castilla.
La región montañosa situada en el noreste de la península (pirenaica), nunca fue ocupada totalmente por los musulmanes. Allí subsistieron diversos núcleos de resistencia. Estos territorios dieron origen a los reinos de Navarra y Aragón. En la zona de Cataluña surgió el condado de Barcelona.
Los reinos cristianos prosiguieron la lucha contra los musulmanes: a comienzos del siglo XI, las fuerzas combativas de los invasores se vio disminuida debido al desmembramiento del Califato de Córdoba en Reinos de Taifas. Esto favoreció la reconquista.
A su muerte, Fernando I dividió los dominios entre sus hijos, entregando a Sancho tierras de Castilla, y a Alfonso los de León. Sancho no cumplió con la voluntad paterna y atacó a sus hermanos, pero finalmente fue asesinado por un enemigo. Alfonso se dirigió a Burgos y fue proclamado rey de Castilla, con el nombre de Alfonso VI. Alfonso VI logró su principal victoria al tomar la estratégica ciudad de Toledo, lo que permitió-extender las fronteras cristianas hasta las márgenes del rio Tajo.
Posteriormente, el rey de Castilla Alfonso VIII vence a los musulmanes en la importante batalla de Navas de Tolosa (1212), que abre el camino para la conquista de Andalucía.
A comienzos del siglo XIII la campaña por la reconquista había recuperado muchos territorios. Al término de estas luchas, los musulmanes sólo ocupaban el reino de Granada, ubicado en el extremo sudeste. A fines de este siglo, la península estaba dividida en cuatro reinos cristianos: Castilla, Aragón, Navarra y Portugal.
Luego tenemos el reinado de Alfonso X, el Sabio. Se destacó por su cultura, pues cultivó casi todas las ramas del saber humano. Este afianzó las conquistas logradas por su padre y tomó nuevamente la ciudad de Cáliz, que había caído en poder de musulmanes sublevados. Durante su reinado, la ciudad de Toledo se convirtió en un importante centro cultural, hacia donde se dirigían estudiosos de toda Europa, a fin de ampliar y perfeccionar sus conocimientos.
A medida que la conquista avanzaba, los reyes cristianos fomentaban cuidadosamente las inmigraciones de mozárabes, así lograban imperar sobre terrenos poblados y en floreciente cultivo y no sobre un suelo yermo y agotado por la guerra.
Triunfo del Castellano
De todas las lenguas romances ibéricas, el castellano logró ser el heredero de Roma al hacer "renacer su misión unificadora e imperial". Menéndez Pidal dice que fue "lengua de mundo, oración y su plenitud poesía", imponiéndose a todos los demás dialectos y llegando a unificadora cuando Castilla y Aragón unen sus coronas y los Reyes Católicos expulsan definitivamente a los árabes del reino de Granada. Es entonces cuando Castilla entrega al mundo la lengua oficial española.
Los primeros textos lingüísticos que se conservan, datan del siglo X, son glosas o anotaciones marginales a modo de vocabulario, para traducir homilías en latín escritas en las márgenes de los códices procedentes de escuelas monacales de San Millán de la Cogolla (Rioja) y Santo Domingo de Silos (Burgos). En estos textos el romance castellano está todavía muy apegado al latín.
Durante la Edad Media el latín dejó de ser hablado y entendido por el pueblo, pasando a ser lengua litúrgica e inmóvil de la Iglesia. El latín español intensificó sus rasgos ibéricos, entremezclándose con arabismos y galicismos. Recién en el siglo XIV, adelantada la reconquista española, el castellano comenzó a adquirir una mayor conciencia unitaria y a pretender ser menos rudo y bárbaro, buscando parecerse a su lengua materna.
La evolución normal del castellano sufrió una influencia cultista; frente al clérigo medieval y su latín de misa, surgió un humanista en las cortes principescas, que bajo la protección de mecenas traducían a Virgilio, Homero y Plutarco, con el ansia de transformar la lengua vulgar en clásica. Tal exageración produjo una reacción en la corte de los Reyes Católicos, presidida por Antonio de Nebrija, quien aun siendo un humanista imbuido de las ideas italianas, supo nacionalizar la lengua.
Frente al andalucismo del poeta Juan de Mena, Salamanca dio la nota castellana del equilibrio entre lo antiguo y lo moderno, entre el cultismo y el popularismo.
En torno a 1492, el castellano encuentra su fórmula apta para la unidad y expansión, afirmado en lo popular, pero dentro de un cuadro idealista y normativo, soñando con ser la lengua imperial del mundo; sueño que se haría realidad en el siglo siguiente (siglo XVI).
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