Aparato Crítico de Juan Carlos Onetti.

 Juan Carlos Onetti nació el 1 de julio de 1909 en Montevideo, Uruguay. Su padre era funcionario de aduanas y su madre provenía de una familia brasileña. No terminó sus estudios secundarios y desempeñó diversos trabajos antes de dedicarse de lleno a la literatura.

En 1930, a los 21 años, se casó con su prima María Amalia Onetti, y se mudaron a Buenos Aires, donde nació su primer hijo, Jorge. Se divorció en 1933 y regresó a Montevideo, contrayendo matrimonio con María Julia Onetti, hermana de su primera esposa. Durante esta época comenzó a escribir y publicar relatos, trabajando también como periodista en diversas revistas. En 1945 se casó con la neerlandesa Elizabeth María Pekelharing, con quien tuvo a su hija Isabel.

En 1975, se exilió en Madrid, donde residió hasta su fallecimiento el 30 de mayo de 1994, a los 84 años. En sus últimos años, su salud se deterioró y pasó mucho tiempo en cama. Sus restos fueron cremados en el Cementerio de La Almudena en Madrid.

Fue un escritor uruguayo cuya vida, marcada por estancias en Buenos Aires y un largo exilio en Madrid, parece reflejar la desazón y el desarraigo que impregnan su obra. Trabajó durante años como periodista, oficio que le otorgó un agudo sentido de la observación social y un estilo conciso, aunque su personalidad tendía a la reclusión, pasando largas temporadas escribiendo desde su cama, una imagen que resuena con la inercia y el encierro de muchos de sus personajes. Su universo literario gira en torno a la soledad, el fracaso vital y la alienación, temas que explora a través de la mítica y decadente ciudad de Santa María y sus habitantes, seres marginales y desilusionados que parecen condenados a la incomunicación.

El propio destino de Onetti se vio dramáticamente alterado en 1974, cuando fue detenido en Uruguay junto a otros intelectuales por su apoyo a un cuento censurado. Este hecho precipitó su exilio en España, donde viviría las últimas dos décadas de su vida, un período que intensificó las atmósferas de desencanto y melancolía ya presentes en su escritura. Su estilo, caracterizado por la introspección, la elipsis y un lenguaje evocadoramente sombrío, no solo lo distinguió de la literatura de su tiempo, sino que también influyó profundamente en generaciones posteriores de escritores latinoamericanos. La concesión del Premio Cervantes en 1980 fue un reconocimiento a una trayectoria vital y literaria indisolublemente ligadas por una visión del mundo marcada por la incertidumbre y la derrota, pero narrada con una maestría inigualable.









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